Primeras firmas
martes, 8 de mayo de 2018
Cuesta soltar un libro y dejarlo volar, cuesta confiar en tus propias palabras, en tu historia (esos miedos que acechan a todo escritor que en algún momento se siente impostor) pero una vez que te lanzas al vacío no hay vuelta atrás.
Es entonces cuando compruebas que la vida premia a los valientes, a quienes se atreven, a aquellos que tienen fe.
A lo largo de estos primeros años de carrera, mis premios han sido numerosos:
*empezar a sentirme escritora por dentro y por fuera y así conocer a otros escritores, algunos de ellos hoy en día amigos.
*recibir palabras de lectores emocionados y comprobar que mis historias llegan.
*conocer en persona a aquellos que confían en mí y eligen leer mis libros, dedican su tiempo a mis historias.
Precisamente por ese acercamiento que se produce entre lector y escritor, los días de firmas son especiales.
Aún recuerdo mi primera vez en la Feria del Libro de Madrid en 1996, de stand en stand, emocionada por ver tan cerca a Rosa Montero, Soledad Puértolas, Mario Benedetti...
Y acercarme temerosa a pedirles una dedicatoria.
Y observar el trazo y la mano de esa persona a quien tenía en un pedestal.
Y abrazar el libro una vez firmado como un precioso tesoro.
Me queda mucho, todo por aprender, pero hoy es el día en que yo también firmo y me siento la persona más afortunada del mundo.
Sueño con poder hacerlo algún día en la Feria del Libro de Madrid y sé que algún día lo conseguiré.
Por el momento disfruto de cada puerta que se va abriendo en el camino.